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El Festival tiene ese no sé qué, que qué sé yo... lo cierto es que siempre me gustó tocar en la sede que cerrara. No siempre era la mejor idea, por cuestiones de calendario, pero cuando se podía e iba a ser parte, seguramente sería mi elección.

Los festivales también, de alguna manera, han sido en mi vida marcas de tomar impulso o consciencia de dónde estaba en ese momento, por más que hace rato que no supedito nada a "el próximo festival..."

La realidad con la que toca jugar está a la vista, discos sin videos, fama mala, fechas perdidas y un par de cosas más, que la verdad no sabía qué hacer. Reservé de todos modos los estadios, apuntando a pasar a la final, siesta mediante. Siestas, en plural. A la hora de revisar repertorio, las circunstancias con las que toca convivir marcaron que no había Hits suficientes para usar, y yo sinceramente con las cosas a medias no me llevo. Los grises existen, pero la paleta tiene un sinfín de colores para elegir, y a mí me gustan los colores vivos, brillantes.

Las circunstancias, nuevamente, dictaron que se pasara la fecha de estreno y había que tomar la decisión de qué hacer. La decisión fue sumergirse en los brazos de Morfeo una vez más, y seguir ajena a la realidad. Pero el zumbido fue más fuerte y a mí la mediocridad, cuando depende de mí tampoco me gusta. Busqué grandes canciones, no todas propias y dije, será lo que tenga que ser.

Y si las circunstancias hubieran sido otras, en vez de quedar primeros en los conciertos de otro planeta, en quinto lugar de una clasificatoria que sí, reconozco fue bastante medio pelo, con un repertorio de sobrenaturales propios hubiéramos sido parte de la final.

Estas pequeñas cosas, que al final del día y a pesar de las circunstancias, me permiten seguir mirando para adelante y vislumbrar que aquello que fuimos, si queremos, está de nuevo a nuestro alcance. A pesar de las circunstancias y de nosotros mismos.